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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
CARRERA DE MEDICINA

• sus ribosomas son muy similares (tanto en su estructura como en sus sensibilidad a
antibióticos);
• en cloroplastos y mitocondrias, la síntesis de proteínas comienza con un aminoácido
denominado N-formilmetionina, al igual que las bacterias, y no con la metionina, como
ocurre en eucariotas.
• el ADN del clorolasto puede ser transcrito por la ARN polimerasa de E. coli
El genoma mitocondrial, conocido desde 1981, posee 16569 nucleótidos, correspondientes a 37
genes codificantes (no existen regiones no codificantes, otra semejanza con procariotas). Una
característica muy interesante es que, en las mitocondrias, el código genético está ligeramente
alterado: UGA, que sería el codón de terminación, lo leen como triptófano las mitocondrias de
mamíferos, hongos y protozoos., pero es una señal de "stop" en plantas; el codón AGG, que
normalmente codifica arginina, codifica "parada" en mitocondrias de mamíferos y serina en las de
Drosophila.
¿Por qué esta excepción al código genético universal? Probablemente sea porque las
mitocondrias codifican tan pocas proteínas que un cambio ocasional en un codón raro sea
tolerable, mientras que un cambio de este tipo en un gran genoma puede alterara la función de
muchas proteínas y destruir la célula.
Todas nuestras células poseen mitocondrias, y las reproductoras no iban a ser menos. Cuando
una célula se divide, por ejemplo, para reemplazar las dérmicas que se van muriendo, la célula
original se las arregla para que las dos células hijas presenten un número equivalente de
orgánulos, incluidas las mitocondrias. Sin embargo, cuando un óvulo es fecundado por un
espermatozoide ocurre un curioso fenómeno: la fusión de ambos se da de tal modo que,
prácticamente, las mitocondrias presentes en el cigoto proceden, en exclusiva, del propio óvulo.
Dicho de otro modo, el espermatozoide no aporta sus mitocondrias (en algunos casos se "cuela"
alguna, pero con una frecuencia realmente despreciable).
Cada óvulo posee unas 100.000 mitocondrias, de modo que podemos preguntarnos cómo una
mutación en una sola de ellas puede extenderse a toda la población. Esto se hace con un proceso
denominado segregación replicativa: las células que se dividen dejan en herencia cada vez más
mutantes, hasta que las mitocondrias no mutantes desaparecen.
Si unimos este fenómeno con el hecho de que la tasa de mutaciones de las mitocondrias es bien
conocida y muy constante, en comparación con la del genoma nuclear, y que además no sufre de
recombinación, tenemos una herramienta perfecta (¡no tanto!) para evaluar los antecesores de una
mitocondria concreta o de un grupo de ellas ... siempre que ese humano sea una mujer, porque lo
que se rastrea son las mitocondrias que sólo aporta el óvulo. Se trata, pues, de un reloj molecular
óptimo.
Los genes experimentan mutaciones y estas mutaciones se pueden ver reflejadas en las proteínas
que codifican. Se ha podido observar que en especies para las cuales se conoce el tiempo de
separación en el árbol filogenético gracias a métodos paleontológicos, el número de aminoácidos
diferentes en una misma proteína de las dos especies se puede correlacionar muy bien con el
tiempo de separación. Algo similar ocurre con el ADN. En esto consisten los relojes moleculares.
Las mutaciones que sufre este ADN suelen ser neutras, de modo que la selección no las elimina y
se pueden rastrear.


UNIVERSIDAD DE AQUINO BOLIVIA
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